Este fin de semana tuve la oportunidad de participar como voluntario en una de las campañas más importantes del año que lleva a cabo el Banco de Alimentos a nivel nacional, la Gran Recogida. Participé como voluntario en un supermercado de Avilés, donde me mudé hace escasos cuatro meses, para recoger alimentos que la gente entregaba a la Fundación Banco de Alimentos de Asturias.
Para mí era todo nuevo, ya que apenas conozco la ciudad y sus gentes, y nunca había realizado acciones de voluntariado de este estilo, así que el día empezó con cierto nerviosismo. Es una experiencia que te expone a las demás personas y te saca de tu zona de confort, pero que haces con orgullo y determinación porque crees que la tarea que realizas hará más fácil la vida a unos pocos que no tienen la suerte de vivir la que tú disfrutas.
Fue una grata sensación llegar a un grupo de personas que no conoces de nada y sentirte arropado desde el primer momento. Gente de todo tipo y condición: jóvenes estudiantes, gente de mediana edad y jubilados que entregan su tiempo para mejorar la vida de los más necesitados. Encajamos muy bien desde el primer minuto, foto de grupo y a seguir con la tarea… Dar la bienvenida con una amplia sonrisa a la persona que entra al supermercado, explicarle amablemente el proyecto y los productos de primera necesidad que recolectamos y, si acepta, entregar la bolsa donde puede recoger su donación. Todos hacíamos de todo, según las necesidades de cada momento.
Fue muy emocionante ver la predisposición de la gran mayoría de gente, que colaboraba con lo que podía. La gente es generosa. Había gente que entregaba un simple paquete de arroz y otros que compraban para ellos una barra de pan y te dejaban un carro lleno de comida como donación; gente mayor y gente muy joven, me gustó especialmente cómo los niños se acercaban con esa emoción en los ojos, tambaleándose bajo el peso de la bolsa que sus papás habían preparado para entregarla a un desconocido, y recibir un caramelo y un montón de felicitaciones y aplausos… Ahí está el secreto del cambio de esta sociedad, empezar desde la base, desde los más pequeños, enseñarles que otro mundo más justo es posible, y que se construye entre todos y se cimenta desde la colaboración, el respeto y el amor por los demás.
Fue una jornada donde tuvimos tiempo para muchas cosas: descubrir que las galletas redondas se venden mucho más que las cuadradas, que hay gente que parece que vive en el supermercado de tantas veces que va por allí, unos pocos se acercan para contarte su situación de carencia por si podemos ayudarles, que la llave de la taquilla 10 no funciona bien, que poca gente recicla pilas… pero sobretodo para conocernos mejor y descubrir que la gran mayoría de gente colabora, lo hace con una sonrisa, y, además, agradece tu labor.
Las horas pasaron volando ya que por suerte teníamos mucho trabajo recibiendo a las personas en el supermercado y organizando los alimentos que donaban en las cajas para un mejor transporte y posterior selección. Una campaña de este estilo conlleva mucho trabajo posterior, no solo de recolección. La semana que viene empieza el verdadero trabajo duro: la selección y el reparto a las entidades colaboradoras para su entrega a las personas que lo necesitan.
Durante nuestra jornada recolectamos más de 3 cajas grandes de comida (arroz, pasta, leche, legumbres, galletas, cacao, café, turrón, alimentos infantiles) y espero que a lo largo del fin de semana se recojan muchas más.
Hacía tiempo que no volvía a casa con la sensación del deber cumplido y ayer por fin la disfruté. La semana que viene es el turno de la selección en el centro logístico de la Fundación, así que espero el momento de poder añadir mi granito de arena en este proceso tan bonito y, por desgracia, tan necesario.
Por último, quería agradecer a todos los voluntarios que participan desinteresadamente en las jornadas de recolección y, sobretodo, a los coordinadores de los grupos de trabajo, ya que sin su ayuda sería imposible llevar a cabo esta labor tan dificultosa. Gracias a todos.